Opción radical por Dios

Por Severino María Alonso, cmf

Nota: Sirva este artículo para felicitar a Guzmán Pérez (alma y promotor de esta revista) y animarle en su opción radical por Dios. Mañana día 14 de junio, tendrá lugar su Profesión Perpetua como Salesiano y queríamos aprovechar la ocasión para expresarle nuestro agradecimiento por su generosa decisión y por la labor que, desde hace años, viene realizando en pro de los jóvenes y los más necesitados.

A lo largo de las últimas décadas, se ha venido poniendo de relieve —aunque quizás más en la reflexión doctrinal que en la vida— la dimensión teologal y contemplativa de la vida religiosa. Hay que recordar que lo teologal añade a lo simplemente teológico la inmediatez. Y que la consagración religiosa —que es, ante todo, «una acción divina» porque es Dios mismo quien consagra— se caracteriza precisamente, por parte del hombre, por ser una entrega total e inmediata —directa, sin rodeos, de tú a Tú— a Dios. No es una entrega exclusiva, como se repite inconsideradamente, incluso en algunos documentos del magisterio. Pero, tampoco es, hablando con propiedad, una entrega al culto o al servicio de Dios, sino a Dios mismo. Por eso, la profesión religiosa es un acto de las virtudes teologales, más que de la virtud moral de la religión.

La primera dimensión del misterio y de la vida de Jesús es, sin duda, su inmediata y total referencia al Padre. Jesús está y vive cautivado por el Padre, centrado absolutamente en el Padre, enamorado del Padre, prendido y prendado del Padre, en dependencia filial y amorosa del Padre, absorbido por la voluntad del Padre, en viva y permanente comunión y comunicación con el Padre. Su virginidad, su obediencia y su pobreza tienen, ante todo, esta dimensión teologal: Son el grito existencial de su Filiación. (Esto resalta clamorosamente en todas las páginas del Evangelio, principalmente en el Evangelio según San Juan).

Si los religiosos queremos, de verdad, seguir e imitar evangélicamente a Jesucristo, tenemos que destacar, en primer lugar, la dimensión teologal-contemplativa de nuestra vida. Por eso se ha dicho acertadamente: «El primer paso concreto que el Espíritu quiere que hagamos es una opción radical por Dios«. La auténtica vida consagrada sólo puede brotar, en última instancia, de la inviolable certidumbre de ser amados por Dios con amor personal e infinito. Desde esta inviolable certidumbre, convertida en experiencia viva, surge la necesidad de dar una respuesta de amor apasionado, que se traduce en opción radical por ese mimo Dios, que es Amor y que nos ama. Su amor —que es no sólo anterior al nuestro, sino también causa y principio de nuestro mismo amor— nos hace responsables, en cuanto que nos capacita para responder y nos urge a responder. «Amamos nosotros —dice Juan— porque Él fue el primero en amarnos». Y es Jesús la máxima epifanía y la suprema demostración del Amor que Dios es y del Amor que Dios nos tiene. Por eso, «Cristo da a la persona dos certezas fundamentales: la de ser amada infinitamente y la de poder amar sin límites». Y «proclama, a través de la cruz, que no se puede dudar de ser amados por el Amor«.

«Si no hay experiencia del amor, no hay vida religiosa. O el religioso cree en este amor o no hay vida religiosa. Pero el amor pide amor. La experiencia del amor de Dios no es auténtica si no provoca la respuesta de amor. La radicalidad de su amor exige otra radicalidad… Dios quiere ser amado con todo el corazón, con toda la mente, con todas las fuerzas. Creo que en el corazón de cada religioso tiene que madurar este deseo de integridad, de totalidad en el amor, sin compromisos y sin medios términos… En un momento en que la vida religiosa está en búsqueda de su identidad, estoy seguro de que orientando la atención sobre la opción de Dios vamos hacia el corazón mismo de nuestra vocación particular. Centrados de nuevo en Dios, seremos capaces de dibujar de nuevo el mapa de nuestro itinerario de presencia eclesial y de dinamismo apostólico».

Por ser una ‘consagración total’ e inmediata de la persona por Dios y a Dios, la vida religiosa tiene que afirmar la primacía absoluta de Dios, que merece ser buscado, amado y adorado por razón de sí mismo, aunque no nos diera nada, y por el que vale la pena dejarlo y perderlo todo. Más aún, la vida religiosa tiene que ser una vigorosa experiencia de un Dios incomprensible, siempre mayor, mayor que nuestra razón y que nuestra conciencia. Y, por eso mismo, infinita Presencia y Amor inconmensurable para nosotros.

En consecuencia, los religiosos han de dedicar mucho más tiempo a la oración, convirtiendo incluso toda su existencia en una liturgia viva. Han de ser testigos, convencidos y convincentes, del Dios vivo y del Dios de la vida, en un mundo dominado por un ‘ateísmo’ práctico —por la superstición y por la invasión de las sectas—, por una cultura de muerte y por múltiples formas de idolatría. La vida religiosa tiene que superar definitivamente toda dicotomía entre consagración y misión —entre pertenencia a Dios y entrega a los hombres—, y buscar a Dios «en todos y en todo«, no sólo en los sacramentos y en la oración, sino también «a través de lo creado y de lo humano, sobre todo en las relaciones personales». Tiene, además, que demostrar —y ‘demostrar’ es hacer ver con argumentos convincentes, y el argumento más convincente es el del ejemplo de los propios religiosos— que Dios es el gran amigo del hombre, que quiere de verdad la plena realización del hombre.

El cristiano, y singularmente el cristiano‑religioso, tiene que ser un testigo del Dios vivo. Un testigo que ha experimentado, en la certidumbre inviolable de la fe, la realidad infinita de ese Dios incomprensible —siempre mayor— como el verdadero misterio de la propia existencia. Sólo se puede ser testigo desde una experiencia viva, personal e inmediata. En este campo, nadie puede suplir a otro, porque cada persona es irreemplazable, y tampoco se puede vivir de herencia. Porque Dios es incomprensible, no hay que pretender abarcarle. Más bien, hay que dejarse invadir por él y sumergirse en su absoluta infinitud.

El religioso, por su total consagración a Dios, afirma existencialmente la primacía absoluta del mismo Dios y convierte su vida entera en culto litúrgico, viviendo en adoración permanente y en continua alabanza. El religioso es testigo de que Dios merece ser buscado, amado y adorado por razón de sí mismo, y no sólo por los dones o beneficios que de él se han recibido o se esperan recibir. Al rendir culto a Dios como a único Señor, el religioso es soberanamente libre y es de verdad ‘él mismo’.

Hablando de la vida religiosa y de su esencial dimensión contemplativa, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada ha dicho textualmente: «La dimensión contemplativa es radicalmente una realidad de gracia, vivida por el creyente como un don de Dios, que le hace capaz de conocer al Padre en el misterio de la comunión trinitaria y de poder gustar las profundidades de Dios… Describimos la dimensión contemplativa fundamentalmente como la respuesta teologal de fe, esperanza y amor con la cual el creyente se abre a la revelación y a la comunión del Dios vivo por Cristo en el Espíritu Santo». Esta dimensión contemplativa, que brota de la misma entraña de la consagración teologal y que es su expresión dinámica, «se manifiesta en la escucha y meditación de la palabra de Dios, en la participación de la vida divina que se nos transmite por los sacramentos, muy especialmente por la Eucaristía, en la oración litúrgica y personal, en el deseo constante de Dios y en la búsqueda de su voluntad, tanto en los acontecimientos como en las personas, en la participación consciente de su misión salvífica, en el don de sí mismo a los demás para el advenimiento del Reino. De ahí viene al religioso una actitud de continua y humilde adoración de la presencia de Dios en las personas, acontecimientos y cosas… Todo esto se realiza a través de una progresiva purificación interior, bajo la luz y guía del Espíritu Santo, de modo que podamos encontrar a Dios en todo y en todos para llegar a ser alabanza de su gloria».

Por eso, el mismo Derecho ha recordado que «la contemplación de las cosas divinas y la asidua unión con Dios en la oración es el primero y principal deber (=oficio) de todos los religiosos».

Mons. Fernando Sebastián ha denunciado, una vez más, «con tanta claridad como amor» una «situación lamentable y penosa porque desnaturaliza la verdadera renovación conciliar de la Iglesia»: «Es verdad, una triste verdad, que hay demasiados religiosos y religiosas seducidos por las versiones temporalistas del evangelio y por las pretendidas eficacias ‘liberadoras’ o ‘transformadoras’ del evangelio. No digo yo que estas dimensiones del evangelio no sean verdaderas ni importantes, digo que cuando se buscan directamente, dejando a un lado los aspectos expresamente religiosos y escatológicos del mensaje de Jesús y de la experiencia cristina, nuestro testimonio y nuestra vida degeneran y se secan. Nuestra sal se vuelve sosa… En estos momentos es un mal servicio a la Iglesia, a la gente y al Reino de Dios. Donde la alabanza de Dios y la esperanza de la vida eterna no es lo primero ya no estamos en el evangelio de Jesús ni en la tradición de la Iglesia. Me gusta el testimonio de los religiosos cuando es verdaderamente evangélico, expresa y radicalmente religioso, teologal, de gracia, de fuerte color escatológico. Y desde ahí, sin ruido, sin críticas amargas ni actitudes despectivas, un radical testimonio de fraternidad y de servicio. Con pocas palabras y muchos hechos, con poca publicidad y mucha misericordia. Y esto en todos los lugares y con todas las gentes, en los suburbios y en la Universidad, con los desheredados y con los profesionales aturdidos e inquietos. Siempre con un gran sentido de eclesialidad, de obediencia y de disponibilidad. Sin disyuntivas ni alternativas rígidas e intransigentes».

Ser de verdad contemplativo no es tanto contemplar uno mismo cuanto saberse contemplado por Dios, y dejarse mirar por él con una mirada única, transida de ternura, irrepetible, capaz de expresar toda la existencia. Es consentir activamente en esa mirada amorosa, acogiéndola con asombro y gratitud estremecida. Es dejarse mirar amorosamente, manteniéndose en actitud abierta y pacífica, ante esa mirada que envuelve, que penetra, que purifica y que transforma. Son, a este respecto, profundas y certeras las palabras siguientes: «El contemplativo es el que se descubre contemplado por Dios, identificado por una mirada capaz de explicar su existencia única, irrepetible».

Acertadamente, y a este respecto, ha escrito Alessandro Pronzato: «Conocer a Dios, para un creyente, no significa tanto tener ideas acerca de Dios, cuanto descubrir que él me conoce, él me mira, él se interesa por mí, él no me pierde de vista, él ha posado su mirada sobre mí. Desde siempre».

Orar cristianamente es dejarse mirar amorosamente por Dios.

Fuente: ciudadredonda.org

25 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Mª Pilar García dice:

    Es la explicación más hermosa, que he contemplado sobre la consagración a Dios, y también me ha emocionado, que nos incluya a «todos los creyentes» pues cada uno de ellos puede llegar a «dejarse y sentirse mirado por Dios» y hacen de su vida, un seguimiento, entroncados en Jesús, el único (como muy bien nos explica). Fue el «auténtico creyente, enamorado, totalmente encarnado en el Padre» los demás por diversos caminos, lo intentamos día a día guiados por su Espíritu Santo, Señor y dador de Vida su Vida. ¡¡Gracias!! por esta hermosa manera de explicar como tiene que ser nuestro caminar en Él.

  2. gust dice:

    Aunque a veces no creo, por dentro sé que Él siempre está dentro de mí. No tengo palabras para expresar lo que siento, gracias Dios por esos sentimientos.

    q nunk t aparts d mi

  3. karla franco dice:

    hola yo siempre creí en Dios pero a veces sentía que me abandonaba, pero cuando de verdad lo conocí me hizo experimentar momentos lindos que no se pueden explicar. Por eso me gusta que esté siempre a mi lado.

    Gracias Diosito lindo por estar siempre conmigo, te quiero mucho..

  4. yamila dice:

    me gusta la palabra de Dios …veo tan lindo las cosas que ha cambiado todo por él……

    1. roci dice:

      las palabras de Dios son tan lindas

  5. marlen dice:

    dios es nuestro padre

  6. Gladys dice:

    Jehova es mi pastor, nada me faltará

  7. ANGELA dice:

    GRACIAS DIOS POR AMARME TAL Y COMO SOY, SEÑOR TE AMO Y QUIERO SERTE FIEL HASTA EL ULTIMO DIA DE MI VIDA. AYUDAME SEÑOR A ANDAR CONFORME A TU VOLUNTAD POR EL SENDERO DE LUZ, Y ASI PODER VER TU GLORIA BRILLANDO SOBRE MI ROSTRO COMO LA LUZ DE LA AURORA Y COMO UN BELLO ATARDECER…… TE AMO SEÑOR, ESCONDEME EN EL HUECO DE TU CORAZON… TE AMO.

  8. maura dice:

    AVECES SIENTO QUE MI DIOS ME ABANDONA, Y NO SE COMO LLEGAR A ÈL PARA QUE ME AUXILIE

  9. ALEJANDRO SANTOBUONO dice:

    GRACIAS …..DIOS

  10. santonazariocortez dice:

    Soy muy religioso me gusta adorar a Dios y al Padre celestial fui monaquillo en el año 1980 hasta el dos mil cinco. Me gusta la vocación de la Iglesia, fui resandero estoy muy agradesido con Dios Padre y Hijo y Espiritu Santo. Soy devoto de la Virgen de la caridad

  11. EVA GONZALEZ dice:

    DIOS ES LO MAS GRANDE PARA, MI NADIE EN EL MUNDO HARIA LO QUE HIZO JESUS POR NOSOTROS, YO CREO EN EL PADRE,, EN EL HIJO,,,, Y EN EL ESPIRITU SANTO

  12. alex dice:

    Lamentablemente algunos lo buscamos solo cuando lo necesitamos, sim embargo el nunca nos falla.

  13. seidy dice:

    dios es mundo, donde las personas lo cogemos o lo dejamos, es la felicidad, la alegría es la vida… donde nosotros somos los únicos para destruirla totalmente o para ser felices en la eternidad…..
    gracias a los seres q amamos nos ayudan a salir adelante en las buenas y en las malas entre ellas dios.

  14. SANTO ESCOLASTICO dice:

    DIOS ES UN PADRE DE BONDAD Y DE INFINITA MISERICORDIA PARA TODOS SU HIJOS, PIDAMOSLE QUE EN NUESTRO ROSTRO BRILLE SU LUZ PARA SIEMPRE LLEVAR UNA SONRRISA DE AMOR PARA TODOS

  15. agustin dice:

    Se me hace muy bello aunque a veces pienso que El señor se olvida de mí, sobre todo en estos momentos en que mi esposa me dejó y está de adulterio con otro hombre, y se supone que ella es creyente. No veo la logica en eso.
    Aunque confío en Dios estoy desesperado, ya que ni siquiera me ha hablado para divorciarnos…

  16. clau alejandra dice:

    Dios…………………tú me salvas
    Dios……………….tú me ayudas
    Dios eres lo más importante en mi vida, a veces siento q estás lejos, pero este refrán me ayudó. Dios aprieta, no ahorca. Dios te amo, eres lo más importante en mi vida. Tú moriste en la cruz por mí, por eso te doy mis pensamientos, palabras y obras de este día. Gracias a ti me he hecho cristiano y conservado la vida.

  17. reiner dice:

    Señor, puede faltarme todo, menos tú

  18. Mario dice:

    Dios es el ser mas maravilloso, se que muchas personas no creen en el, pero yo siempre estaré seguro de que el existe por que hay algo que siempre le pedí con too mi corazón y el me ayudo a conseguirlo; muchas personas han de decir que Dios no nos ayuda pero si algo les puedo decir es que Dios no nos ayudara si solo nos acordamos de el por conveniencia y si no ponemos de nuestra parte para que el no ayude.

    1. cristian dice:

      Dios tú salvaste a todos porque tú eres bueno

  19. cristian dice:

    gracias Dios por traer el mundo

  20. wilbert dice:

    Padresito, te amo. Dios, eres todo para mí. Señor, eres todo para mí

  21. betzy dice:

    dios es lo mas hermoso, el cual nos da tantas cosas, soy nueva en esto pero yo ye recibi su espiritu santo y me dio un don hermoso el cual amo.
    cracias mi rey por perdonar mis pecados, no me cansare de alabar tu nombre, espero que sigan asi todos.

    de:betzy
    san nicolás, tanlajas,s.l.p.

  22. karen dice:

    No entiendo cómo personas no creen en Él; Él es lo mejor que hay en el mundo.
    Muchas veces pensamos que no camina con nosotros, porque no se marcan sus huellas, pero en realidad sí se ven, las que no se ven son las tuyas, porque Él te tiene en sus brazos.
    Nunca dejen de creer en Él, porque si no Satanás se podrá apoderar de ustedes :)

  23. Enrique dice:

    Creo en Dios y creo en Jesucristo, aunque a veces sentía que estaban lejos de mí. Sigo creyendo en Dios y sigo confiando en Jesús

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